¿Cuál escuela quiere apoyar?
Los entusiastas de la reforma (especialmente los novatos) plantean periódicamente que el sistema educativo “se reviente”. Aquellos con más experiencia sonríen o hacen muecas.
La mayoría de las llamadas a reventar el sistema educativo suelen pasar por alto la cuestión de escala. Tal vez porque las aulas son pequeñas, es difícil asimilar la realidad de que el sistema educativo de los Estados Unidos es grande. Realmente grande. Gigantesco, en realidad. En cifras brutas, el censo cuenta a casi 10 millones de estudiantes solamente en la educación prescolar y el jardín de niños. Aproximadamente 50 millones más asisten a los grados 1 a 12. Otros 20 millones están matriculados en la universidad o en estudios de posgrado. Tan solo para los grados primarios y secundarios, los Estados Unidos emplean a aproximadamente 3.6 millones de maestros y gastan más de medio millón de millones de dólares al año. Estos son cifras grandes, sin duda. Pero ¿son más grandes que otras cosas grandes en los Estados Unidos? Por ejemplo:
Aproximadamente la cuarta parte de la población estadounidense está inscrita actualmente en la escuela.
La competencia ni siquiera es estrecha. Los Estados Unidos tienen muchos más maestros que soldados, aunque se cuente a los maestros modestamente y a los soldados con generosidad. Hay unas diez escuelas por cada Starbucks.
Los grandes sistemas no cambian rápidamente, por lo menos no sin consecuencias destructivas.
No obstante, si existe un consenso sobre algo en el ámbito de la educación, es que el cambio es necesario e inevitable. Muchas aulas lucen casi igual que hace cincuenta años. ¿Es imaginable que, de aquí a 50 años, los estudiantes seguirán sentados en filas, completando los mismos cuadernos de ejercicios al mismo tiempo? En esta era de informática omnipresente, clases en línea y aprendizaje personalizado, ¿cuál será el tamaño del mercado de lápices #2 en el futuro?
Los mejores maestros de muchos temas están a solo un clic de distancia. Cuando los estudiantes realmente quieren saber algo, lo buscan en Google. Cuando quieren aprender cómo hacer algo, recurren a YouTube.
Con el tiempo, la educación pública ha cambiado más de lo que la mayoría de las personas piensan o reconocen. La lección 1.7 analiza algunos de los principales temas de los últimos 100 años de cambio educativo en los Estados Unidos, en particular, el ideal en desarrollo de una educación universal. El desafío, por supuesto, es que las grandes ideas y cambios mayores se desarrollan con el tiempo. Los niños crecen esperando que cambie el mundo, incluido el mundo escolar.
Hay muchos obstáculos para el cambio educativo, en particular, la inercia política, la inercia organizacional y la inercia humana.
Inercia política. Muchos aspectos de la educación se rigen por leyes detalladas, por razones buenas y malas. El funcionamiento de los gobiernos tiende a ser lento, y los movimientos hacia el cambio en un área pueden ser bloqueados por la oposición en otra. En el 2009, el estancamiento político se había vuelto tan frustrante que un movimiento liderado por el Consejo del Área de la Bahía convocó a una Convención Constitucional en California. La idea fundamental era provocar un replanteamiento audaz del mecanismo de la política del estado. Otra propuesta relacionada que se contemplaba en aquel entonces recomendó programar el ocaso gradual del código educativo de California con el paso de cierto número de años. La idea estuvo brevemente en boga con el apoyo de la Comisión para la Excelencia Educativa.
Inercia organizacional. El ecosistema educativo abarca a muchos participantes, tales como maestros, padres, estudiantes, empresas y contribuyentes, con diferentes perspectivas. Los cambios que requieren de acciones políticas deben superar el proceso de formulación de las políticas. Incluso al final nominal del proceso de decisión política, los cambios solo afectan a los estudiantes en la medida en la que se lleven a cabo.
Inercia humana. Un nuevo conjunto de normas no cambia automáticamente los planes de estudio o los materiales que un maestro utiliza para explicar una idea a los estudiantes. El simple hecho de que un maestro reciba un nuevo software no significa que desee o sepa utilizarlo. En muchas escuelas, los maestros sienten como si se esperara que hagan milagros con poco más que tiza y su encanto; así es que resulta natural que estén dispuestos a proceder con cautela cada vez que se les presenta la última idea brillante.
Las siguientes dos lecciones examinan dos ideas opuestas del papel de los recursos en el cambio educativo. ¿Estarían los esfuerzos de cambio mejor atendidos con inversiones masivas o con un cinturón apretado?
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