¿Cuál escuela quiere apoyar?
Los expertos llevan años luchando por encontrar las mejores estrategias para ayudar a las escuelas deficientes. ¿Es mejor proporcionar recursos adicionales y ayuda profesional para mejorar la enseñanza? ¿Se debe averiguar qué falta en la vida de los niños, por ejemplo, prescolar, escuela de verano y programas después de clases? ¿Es posible romper los paradigmas disfuncionales con medidas de “amor duro”, tales como remplazar a todo el personal?
La respuesta breve es que no existe una solución mágica. A nivel federal, las políticas para abordar las escuelas en problemas han cambiado mucho a lo largo de los últimos 15 años. La Ley Que Ningún Niño Se Quede Atrás (NCLB, por su sigla en inglés) fue una estricta política descendente que hacía hincapié en las consecuencias negativas para muchísimas escuelas. A menos que todos los niños de su escuela obtengan mejores puntuaciones que los niños del año anterior, ¡su escuela es inadecuada! ¡Prepárense para el abordaje!
En el 2016, el Congreso remplazó la NCLB con la Ley Cada Estudiante Triunfa (ESSA, por su sigla en inglés), la cual sigue un curso más humilde.
La ESSA es mucho menos agresiva. Obliga a los estados a intervenir en las escuelas con problemas persistentes, pero en cantidades muy inferiores y con requisitos mucho menos específicos en comparación con la NCLB. En el marco de la ESSA, se exige que los estados identifiquen el cinco por ciento de las escuelas que consideren más necesitadas de algún tipo de intervención o apoyo y que tomen las medidas correspondientes. El método de identificación queda al criterio de los estados, pero debe incluir las puntuaciones obtenidas en las pruebas estandarizadas y debe llevarse a cabo cada tres años, como mínimo. En el 2019, California identificó las 781 escuelas de peor desempeño, en cumplimiento de este requisito.
El ciclo trienal de la ESSA coincide bien con el enfoque plurianual que se utiliza en el Tablero de escuelas de California. A diferencia de los remedios a veces severos que la NCLB exigía para las escuelas de bajo desempeño persistente, la ESSA otorga mucha libertad a los estados. Exige intervenciones integrales, determinadas a nivel local y basadas en evidencias, pero no obliga a acciones específicas.
La ESSA no especifica claramente cómo los estados deben intervenir en las escuelas y los distritos de bajo desempeño persistente. Existen buenas razones por esta falta de definición, empezando con una dura realidad: es muy pero muy difícil transformar las escuelas en problemas.
Desgraciadamente, revertir el mal desempeño de las escuelas parece ser sumamente difícil.
Debido a que el financiamiento para la educación pública en California se encuentra muy por debajo de los estándares nacionales, la mayoría de los analistas de política concluyen que la transformación de escuelas resulta aún más difícil en California que en otros lugares. El dinero no es mágico, pero sí puede comprar cosas que ayudan.
Lamentablemente, no existe una fórmula clara para determinar la combinación de inversiones y cambios que sea efectiva para mejorar una escuela en problemas. Muchos defensores de la reforma escolar creen que, dadas las probabilidades de que fallen los esfuerzos de transformación, los estudiantes estarían mejor atendidos al cerrar su escuela. En un estudio de 2000 escuelas de bajo desempeño, el analista David Struit concluyó que las escuelas disfuncionales no tienen remedio, que efectivamente perduran para siempre.
¡Llame a la caballería!
Cerrar una escuela es traumático. Aunque una escuela sea ineficaz o espantosa, es igualmente una parte esencial de una comunidad. En toda escuela en la cual los resultados son objetivamente terribles, hay estudiantes, padres y maestros que trabajan con pasión para cambiarla. A nadie le gusta que algún burócrata sabelotodo cierre su escuela solo porque algún investigador sabelotodo dice que es demasiado difícil arreglarla.
Intentos de políticas de transformación escolar |
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Los programas HPSGP e II/USP (específicos para California) |
No importa lo que representen las siglas porque los programas no dieron ningún resultado importante. |
La Ley de Mejora de la Calidad Educativa (específica para California) |
En el 2006, esta ley, la cual se conoce por su sigla en inglés, QEIA, proporcionó fondos adicionales de aproximadamente $1000 por estudiante durante un período de siete años, mayormente para reducir el tamaño de las clases. La ley recibió fuerte apoyo por parte del sindicato. Sin embargo, si bien muchas escuelas afirmaron haber experimentado mejoras en su ambiente y cultura, los resultados obtenidos en las pruebas estandarizadas apenas cambiaron. (Para ser justos, tengamos en cuenta que este estudio coincidió con la Gran Recesión, la cual creó algunas condiciones adversas.) |
Subvenciones para mejoras escolares (a nivel nacional) |
En el 2010, el Congreso dedicó miles de millones de dólares de los fondos del paquete de estímulo a estas subvenciones. Se otorgaron subvenciones a las escuelas de bajo desempeño crónico a condición de que adoptaran una de cuatro opciones estratégicas, todas concebidas deliberadamente para romper paradigmas. Una pequeña porción de los fondos se dedicaron al análisis, para determinar cuáles intervenciones funcionaban y cuáles no, pero las conclusiones son insípidas y arrojan poca luz sobre lo que realmente sirve. Parece obvio que un fuerte liderazgo es esencial, pero lo que resulta menos obvio es una definición del tipo de fuerte liderazgo que las personas con capacidades ordinarias podrían llevar a la práctica. |
En el 2013, la legislatura de California creó un nuevo órgano para proporcionar alguna orientación con respecto a los esfuerzos de mejoramiento de las escuelas y los distritos: la Colaboración de California para Excelencia Educativa (CCEE, por su sigla en inglés). En el 2015, Carl Cohn, un líder escolar experimentado, asumió el liderazgo de esta organización, y en el 2017, la CCEE jugó un papel central en la implementación del Tablero de escuelas de California.
La persistencia de las escuelas de bajo desempeño ha sido una de las fuerzas detrás del crecimiento de las escuelas chárter. Los consejos escolares rara vez optan por cerrar una escuela en respuesta a un patrón de resultados malos porque esto parecería como si se estuvieran dando por vencidos. La ley en materia de escuelas chárter permite que los padres y maestros propongan una alternativa. Cuando los padres están escogiendo una escuela para sus hijos, una escuela nueva puede ofrecer mayores posibilidades de que las cosas salgan bien que una escuela ya establecida que tiene problemas crónicos.
La falta de una política exitosa de transformación es desalentadora, pero quizás no sorprendente. Desde organizaciones empresariales hasta matrimonios, resulta muy difícil realizar cambios duraderos cuando las relaciones, costumbres y expectativas humanas están involucradas.
Las escuelas que funcionan bien son todas iguales; aquellas que funcionan mal luchan cada una a su manera.
Los reformadores siguen buscando, recolectando evidencias para comprender las prácticas prometedoras que pueden funcionar bajo diversas circunstancias. El problema central puede ser una variante del principio de Ana Karénina: Las escuelas que funcionan bien son todas iguales; aquellas que funcionan mal luchan cada una a su manera.
Cada escuela opera dentro de su propio contexto comunitario, con un conjunto de educadores, padres y estudiantes con distintas capacidades y motivaciones. Las estrategias que funcionan en un lugar pueden resultar ineficaces en otro.
Una conclusión global es cierta: no hay caballería dispuesta a ir al rescate de las escuelas con problemas. Para crear escuelas fuertes, es necesario hacer muchas cosas bien al mismo tiempo. Sobre todo, requiere de trabajo duro, dedicación y la utilización estratégica de los recursos adecuados.
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francisco molina February 17, 2019 at 2:33 pm