Cómo Mi Hijo Finalmente Aprendió Los Hechos Matemáticos

por Jeff Camp | November 26, 2017 | 1 Comentar
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Practica, Practica, Practica

A mi hijo siempre le ha gustado la ciencia.

En preescolar y en el jardín de infantes, solía ver todos los episodios de Magic School Bus, comparando las versiones de la televisión a la de los libros. Él se sabía algunos episodios tan bien podía recitarlos.

Pero la aritmética no se le dio muy fácil a él. En los primeros años yo le ayudé a aprender las sumas y las restas, a través de muchas horas de juegos de matemáticas sencillas como "addition war", una variante del juego original que requiere que cada jugador juegue dos cartas y sumarlas juntos. Jugábamos por horas. De manera asombrosa, improbable y divertida, él siempre se las arreglaba para venir de atrás y ganar. ("¡¿Otra vez?!? Increíble!". Sí, yo era una dealer tramposa).

Cuando se llegó la hora de aprender las multiplicaciones, toda la clase se adelantaba y él no lo hacía. ¿Qué estaba pasando?

Buscado asesoramiento profesional. Un psicólogo habló con él, le aplicó pruebas diagnósticas, y regresó con un interesante conjunto de observaciones. Ella afirmó que él mostraba una fuerte afinidad por la lógica y el razonamiento, los conocimientos básicos de las matemáticas y ciencias. Él podía explicar las sumas y las multiplicaciones perfectamente bien. Él podía obtener las respuestas a problemas de multiplicaciones, dado el tiempo. Él simplemente no asignaba esas respuestas a la memoria.

Hechos Matemáticos son Nombres

Ella explicó que, para la mayoría de la gente, recordar hechos matemáticos es diferente de las operaciones matemáticas. Usted no calcula hechos matemáticos básicos, usted sólo encuentra maneras de recordarlas, como los nombres de sus compañeros, o los nombres de los estados en un mapa. "Seis veces seis" se llama 36. "Siete veces ocho" se llama 56. Nos indicó que nuestro hijo tenía dificultades para recordar nombres también.

No importa, dijo ella. Para los niños, como él, una calculadora será su mejor amiga. "Puede que él nunca se aprenda las tablas de multiplicar," dijo ella.

Pero por supuesto que sí lo hará, pensé. Él iba a necesitar practicar más.

Vender la Práctica

Me senté con mi hijo a hablar de ello. Dijo que pensaba que memorizar hechos matemáticos era aburrido e innecesario, y que prefería usar una calculadora. Dije que estaba de acuerdo en que las calculadoras eran grandiosas, pero que no siempre se tiene una a la mano y que de todos modos eran lentas. Lo reté a una carrera: él con una calculadora contra mí sin una.

Accedió.

Preparé dos copias de una hoja de cálculo con 100 problemas de multiplicación de dígitos simples, presentados en una secuencia aleatoria. Nos sentamos mano-a-mano. Terminé primero por mucho, sin usar una calculadora. Sí, dijo, ¿pero te las sacaste bien? Lo invité a revisar mis respuestas. Usando la calculadora le tomó algunos minutos.

Lo siento, Hijo, pero...

Me encantaría decir que él compró inmediatamente la idea del aprendizaje de los hechos matemáticos en ese punto, pero eso no es exactamente lo que pasó. Él todavía no estaba interesado en asignar los hechos a la memoria. Sintió que sería difícil. No vale la pena.

Por esta razón me puse fuerte. Lo siento, hijo, pero ser fluido en los hechos matemáticos básicos no iba a ser opcional. Para que él llegara a donde necesitaba en matemáticas y ciencias, tendría que sabérselos de corazón. Pero le prometí que iba a ser su compañera en su aprendizaje. Este fue el plan: Nos sentaríamos con una hoja de este tipo todos los días. En cuanto él pudiera completar toda la hoja de forma rápida y precisa sin una calculadora, nos detendríamos.

Cada Hecho Habla Por Si Mismo

Mi hijo aprendió mucho durante las semanas que siguieron. Y yo también.

Empecé a tomar notas cuidadosamente acerca de cuánto tiempo le tomaba resolver cada problema.

El primer día tenía sentido el obtener una línea de base. Puse el cronómetro y lo observe trabajar en una copia de la hoja de cálculo durante 30 minutos. Él no pudo resolverlo todo, e hizo varios errores. Hablamos de ellos, y le sugerí algunos trucos para que los recordara. Al día siguiente tuvo menos errores, y completó un poco más de la hoja, pero no los estaba respondiendo más rápido.

Continuamos practicando y cada día avanzábamos un poco más. Él estaba aprendiendo matemáticas, y yo estaba aprendiendo cómo ayudarlo. El comienzo del avance llegó cuando empecé a tomar nota cuidadosamente acerca de cuánto tiempo le tomaba resolver cada problema. Por ejemplo, recuerdo que estaba teniendo éxito con 3x4, pero si el orden se invertía a 4x3 se desconcertaba. "Esas son casi iguales, ¿verdad? ¡Si puedes ver el 4x3 como 3x4, ahorrarás 140 segundos! ¿Quieres probar y sólo centrándose en eso?"

Sintiendo el Progreso

Él empezó a ver los resultados. A él no le gustaba trabajar con las hojas de cálculo, pero gradualmente se fue haciendo a la idea. Empecé a pensar de forma diferente acerca de cómo ayudarlo.

El aprendizaje de las tablas de multiplicar es una tarea de muchas partes. Conocer un hecho matemático no significa necesariamente que uno conoce el siguiente. Las viejas canciones de Schoolhouse Rock son preciosas, pero incluso si usted aprende a contar de tres en tres, ¿necesariamente sabe cuanto es 3x7?

Busqué en internet maneras para ayudarle a recordar cada multiplicación, una por una. Los números cuadrados le gustaron más al principio. Por ejemplo, le gustó saber que hay 64 cuadros en un tablero de ajedrez de 8x8. No recuerdo bien cómo encajó la canción de los Beatles "When I´m 64", pero sin duda fue parte de esto. Era fácil para él recordar que 10x10 es son 100, y ¿no es raro que 5x5 sólo sea 25? Cuatro cuadrados de 5x5 pueden caber dentro de un 10x10. Mientras que, ¿no es extraño que el cuadrado que está más cerca de la mitad de 100 es 7x7?

Examinamos los cuadrados cercanos a esto, uno por uno. Aplastamos un cuadrado de 7x7 para hacerlo un poco más pequeño y ancho, y se convierte en un rectángulo de 6x8, pero sobra un cuadrado de uno por uno en el proceso. Sucede lo mismo con casi todos los cuadrados cercanos. Con práctica, era suficiente.

El aprender 6x7 proporcionó una oportunidad para hablar del significado de la vida, al menos según Douglas Adams. Siete veces ocho fue uno de los últimos retos. Finalmente, lo aprendió con un ritmo que inventamos: "Cinco, seis, siete, ocho, 56 es 7x8. ¿No es genial?"

Miren, no es poesía inspirada, pero era lo que él necesitaba.

Funcionó

A medida que él avanzaba, la alegría se convirtió en parte de la experiencia.

A veces y especialmente al inicio, resintió la tarea extra. Era difícil. Hubo algunos momentos emocionales, especialmente cuando yo estaba averiguando qué necesitaba y cómo le podía ayudar. Pero a medida que él avanzaba, la alegría se convirtió en parte de la experiencia. Cada vez que él establecía un nuevo récord de velocidad, él estaba orgulloso de sí mismo y yo estaba orgulloso de él.

Mirando hacia atrás, en realidad no tomó tanto tiempo. Tal vez cinco o seis semanas. Sugerí que se fijara un objetivo de velocidad para sí mismo utilizando una edición revuelta de la hoja de cálculo con la que iniciamos, y cuando alcanzara su meta pararíamos con las sesiones de práctica diarias. ¿Es extraño que no recuerdo la meta que se propuso?

El año pasado, mi hijo se graduó de la escuela secundaria, pasando Cálculo BC en el camino. Él ha sido admitido en la Universidad Northeastern, donde va a estudiar informática y arte digital.

¿Una historia maravillosa?

Hay muchas cosas para analizar acerca de esta experiencia. Sin una pronta evaluación y asesoramiento profesional, me pregunto cuándo o si hubiésemos averiguado el tipo de ayuda que necesitaba. Si yo no hubiera insistido en que él aprendiera los hechos matemáticos en esa temprana etapa, me pregunto si él hubiera llegado a considerarse a sí mismo como "un niño que no comprendía las matemáticas".

Mi hijo me permitió ayudarle utilizando nada más que un cuestionario, un cronómetro y hablar. Eso es usualmente llamado "explicar y ejecutar". Nuestra relación sobrevivió a la experiencia, pero me pregunto cuánto riesgo tomé insistiendo.

En general, me pregunto acerca de todos los otros niños como mi hijo. Me siento muy afortunada de haber tenido el tiempo para enseñarle. La mayoría de los padres no podrían hacer eso. La mayoría de las escuelas tampoco están preparadas para intervenir así. Las aulas de California son saturadas, y los especialistas de aprendizaje son escasos. Me imagino lo fácil que sería para un profesor que no esté preparado o con demasiada carga de trabajo el malinterpretar su lento comienzo en matemáticas como falta de interés o cómo falta de potencial, o de voluntad. Me pregunto cuántos niños son como mi hijo, pero sin las ventajas que le dan a esta historia su final feliz.

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